*No leer si no se está preparado para las contradicciones*
Hay silencios. La rabia explota en el despecho y se elevan los decibeles hasta que ya no escuchas más.
Cuando los hombres no lloramos frente a ti nos quedamos en la almohada, golpeando al aire y acabando con nuestros sueños sobre un amor erótico, porque eras tan sexy que la líbido onírica cambió sus dimensiones hasta anular su existencia. Cuando nos quedamos sin ti, deseamos tenerte de nuevo. Joven iluso y su amor inconcluso que muta el orgullo para luchar por tus curvas y tu lengua limpiando mi voz.
Hay despecho. La desazón del fin de la pasión. Despecho que nos callamos para que veas que, como hombres, hemos aprendido a afrontar la situación sin derecho a quejarnos. Como yo no sé gritarte porque te amo, aunque amarte duele, te toco y en la fuerza de mis manos expreso la rabia y frustración de saber que esta será, probablemente, la última vez que te puedo demostrar lo que te aprecio. Si piensas que mi mano te toca con fuerza el culo, no te imaginarías la fuerza con que le que te aprecia esta mierda de corazón.
Hay esta mierda de corazón, que se ha gastado la mitad de su experiencia en ti y la otra mitad la ha creado contigo. Contigo, por así decirlo porque nunca estuviste, me enamoré de como vendías tu sonrisa y como mordías mis labios. Nada más provocante que el coqueteo y vaivén de tu baja espalda y de los lunares que coronan tus senos, ay querida mía! no sé si me frustro por todo lo que te quiero o porque quiero dejar de hacerlo.
Hay estas ganas de dejarte de querer. Por tu fama, tu cama y por ser ama de este amor. Por violar todos mis conceptos sobre respeto de pareja y por pendeja que, de por sí, como pareja no me sentías. No sabes lo mala que puedes ser porque, tú que te lo haces, lo haces para sentirte bien y nada que te guste te puede parecer malo.
Hay malas apariencias, como nosotros. En secreto porque si alguien más lo llega a saber, llegará a todos los oídos, incluso a los de tus padres. Las apariencias que metamorfoseas cada semana para que hablen bien de ti y, claro que sí, claro que no hablan de mí porque no me saben parte de tu historia y yo no te sé mas como mujer porque todas se ven más mujer que tú. Pero, ay dios! que ninguna más sexy y es por eso que me importas más, creo.
Hay importacia de más, y por eso te echo de menos. Y menos te quiero, si es que lo hago. Pero te extaño, sin daño eh.
Hay sin daño, y sin razón. La idiosincracia de este despecho es como la de tus besos. La diferencia, mi despecho es muy sincero.
Hay sinceridad. Ya sabes que no miento y, por eso, si te acuso de algo es porque algo habrás hecho con algo, o alguien, y algo tengo que hacer porque este algo que haces, o has hecho, me está afectando algo, pero no te importa, y eso está bien.Hay bien, también hay mal. Yo me identifico con la primera parte, tú quédate con la segunda aunque iracunda te sientas por lo que te corresponda. No te sientas a sentir frustración como yo, que me afecta tu promiscuidad formal. Sin aluciones personales y sin persona dentro de mí.
Hay un mí que ya no es tuyo, ni mío. Hay un mí que no existe porque se quedó contigo y se murió, claro que sí.
Hay un mí que reclama de ti, no sé si porque te quiero o te quiere ver mal, tal vez ya no lo quiere porque mal estás, porque tú sabes que yo era la mejor parte de tu bien. Tú me aceptaste de manera poco ortodoxa y me rechazaste de manera pomposa y qué carajos importa la forma en que lo hiciste, me rechazaste y ya, ahondar en el tema sería para dañarte más, y eso puede esperar hasta mañana.
Hay daño mas, y daño de más, hay más de lo que imaginas en lo que cagaste, digo, negaste. Hay daño cuando la cagaste, para ambos, que significa para los dos que intentamos sufrir de la misma manera aunque, espera, más sufrí yo.
Hay yo, y ay de mí!. Ya no hay nada por decir.
Y hay que decir que ya no te quiero, duh. A lo mejor, te echo de menos.
Y hay que decir que este despecho no es porque tú hayas hecho algo malo, aunque sí, sino por lo que amarte me ha hecho a mí, creo.
*La solucion es el despecho.Y el despecho, el problema.*
Hay silencios. La rabia explota en el despecho y se elevan los decibeles hasta que ya no escuchas más.
Cuando los hombres no lloramos frente a ti nos quedamos en la almohada, golpeando al aire y acabando con nuestros sueños sobre un amor erótico, porque eras tan sexy que la líbido onírica cambió sus dimensiones hasta anular su existencia. Cuando nos quedamos sin ti, deseamos tenerte de nuevo. Joven iluso y su amor inconcluso que muta el orgullo para luchar por tus curvas y tu lengua limpiando mi voz.
Hay despecho. La desazón del fin de la pasión. Despecho que nos callamos para que veas que, como hombres, hemos aprendido a afrontar la situación sin derecho a quejarnos. Como yo no sé gritarte porque te amo, aunque amarte duele, te toco y en la fuerza de mis manos expreso la rabia y frustración de saber que esta será, probablemente, la última vez que te puedo demostrar lo que te aprecio. Si piensas que mi mano te toca con fuerza el culo, no te imaginarías la fuerza con que le que te aprecia esta mierda de corazón.
Hay esta mierda de corazón, que se ha gastado la mitad de su experiencia en ti y la otra mitad la ha creado contigo. Contigo, por así decirlo porque nunca estuviste, me enamoré de como vendías tu sonrisa y como mordías mis labios. Nada más provocante que el coqueteo y vaivén de tu baja espalda y de los lunares que coronan tus senos, ay querida mía! no sé si me frustro por todo lo que te quiero o porque quiero dejar de hacerlo.
Hay estas ganas de dejarte de querer. Por tu fama, tu cama y por ser ama de este amor. Por violar todos mis conceptos sobre respeto de pareja y por pendeja que, de por sí, como pareja no me sentías. No sabes lo mala que puedes ser porque, tú que te lo haces, lo haces para sentirte bien y nada que te guste te puede parecer malo.
Hay malas apariencias, como nosotros. En secreto porque si alguien más lo llega a saber, llegará a todos los oídos, incluso a los de tus padres. Las apariencias que metamorfoseas cada semana para que hablen bien de ti y, claro que sí, claro que no hablan de mí porque no me saben parte de tu historia y yo no te sé mas como mujer porque todas se ven más mujer que tú. Pero, ay dios! que ninguna más sexy y es por eso que me importas más, creo.
Hay importacia de más, y por eso te echo de menos. Y menos te quiero, si es que lo hago. Pero te extaño, sin daño eh.
Hay sin daño, y sin razón. La idiosincracia de este despecho es como la de tus besos. La diferencia, mi despecho es muy sincero.
Hay sinceridad. Ya sabes que no miento y, por eso, si te acuso de algo es porque algo habrás hecho con algo, o alguien, y algo tengo que hacer porque este algo que haces, o has hecho, me está afectando algo, pero no te importa, y eso está bien.Hay bien, también hay mal. Yo me identifico con la primera parte, tú quédate con la segunda aunque iracunda te sientas por lo que te corresponda. No te sientas a sentir frustración como yo, que me afecta tu promiscuidad formal. Sin aluciones personales y sin persona dentro de mí.
Hay un mí que ya no es tuyo, ni mío. Hay un mí que no existe porque se quedó contigo y se murió, claro que sí.
Hay un mí que reclama de ti, no sé si porque te quiero o te quiere ver mal, tal vez ya no lo quiere porque mal estás, porque tú sabes que yo era la mejor parte de tu bien. Tú me aceptaste de manera poco ortodoxa y me rechazaste de manera pomposa y qué carajos importa la forma en que lo hiciste, me rechazaste y ya, ahondar en el tema sería para dañarte más, y eso puede esperar hasta mañana.
Hay daño mas, y daño de más, hay más de lo que imaginas en lo que cagaste, digo, negaste. Hay daño cuando la cagaste, para ambos, que significa para los dos que intentamos sufrir de la misma manera aunque, espera, más sufrí yo.
Hay yo, y ay de mí!. Ya no hay nada por decir.
Y hay que decir que ya no te quiero, duh. A lo mejor, te echo de menos.
Y hay que decir que este despecho no es porque tú hayas hecho algo malo, aunque sí, sino por lo que amarte me ha hecho a mí, creo.
*La solucion es el despecho.Y el despecho, el problema.*
1 comentario:
Y qe malos tiempos!
Yo, los recuerdo u.u
Publicar un comentario