4/12/07

And so it is...

“And so it is, just like you said it would be”
Damien Rice – The Blower’s Daughter


“Yo solo fui lacayo de un sentimiento del que me creí amo,
hasta que no te amo más hoy como ayer.”



Y así fue que el silencio pasó de noche raudo buscando mis rótulas para que perdiera paso y cayera a tus pies. Así fue, es verdad.
La historia de hoy comenzó en ningún lugar al que siempre volveré para dar gracias, ningún camino me hubiera llevado hacia ella más que la casualidad imprecisa.
Ella vestía de jeans como las mujeres comunes, y es que comun nació.
El, que soy yo, vestía como bestia, y tal vez algo más.
Se conocieron por burlas del destino, y ya no sé si fue la mejor burla hecha jamás, pero aún me produce una que otra sonrisa, no en el rostro sino en el vientre, cosquillas como amor solo que más placenteras.
Ella habló porque él se intimidaba del roce de su voz contra su rostro. Sus rostros palidecieron sequías de ámbitos poco conocidos, ella habló de rabia y él de palabras rameras.
La casualidad eligió un mal momento para unirlos y planificó unirlos más. Dos horas después serían conocidos de buen andar, y dos días después amigos del buen madrugar.
Conversaron a diario como quien no quiere quedarse mudo por falta de habla, se vieron a metros de distancia para mover la mano y saber que la sonrisa de ella podría ser la de él.
La casualidad hizo su trabajo y los dejó andar solos, pero ella fue acompañada, él sólo ando.

Pasaron horas, muchas que con ella eran pocas. Consiguieron afectos de buena fábrica, se abrazaron más de lo suficiente y sin embargo siempre se quedaron cortos en tiempo, él se dio cuenta que se infectó de flirteo y decidió no intentar irrumpir en la ocupación de un corazón que nunca sería para él.
Se marchó, porque él era un trotamundos, viajó buscando lluvia y nieve, buscó dejar paralizado ese amor que lo mueve, lo congeló en las montanas y regresó para nunca querer irse.
Pero regresó.

Su corazón (ella) ya no estaba ocupado y él no pensaba irrumpir porque se sabría enamorado de aquella, y él sabía que el amor no sólo traía cosas buenas. Se besaron como quienes no mueren, y se dieron unos cuantos besos más. Formalizarían todo sin mucho trámite y sin tramitar mucho también terminaron su relación. Los ancestros los conocerían de ahí en adelante como los que nunca mudaron de piel, ambos fueron más amigos que enamorados y enamorados ellos, no supieron de amistad.
Su corazón intento ser ocupado. El, que no escatimó esfuerzo porque más temprano de lo acostumbrado se enamoró, buscó ser su enamorado una vez más sin pensar que se echaría esta vez de menos. Buscó desenamorarse en la misma tierra que ella pisó y al no ser posible huyó con mentiras para ser más conciliador con el deseo de no perderse de ambos.
Pero todos extrañan, y cuando extrañan regresan y cuando regresan buscan lo que alguna vez conocieron.
Se besaron entre frases recónditas y un ya no te amo que fue verdad, y en verdad dejaron su relación para las reliquias y buscaron de forma informal una pasión de ciudad, con pudor y sin daño, como un juego del que no formarían parte, imposibilitados para ser pareja y con licencia para besar, murieron en el pico de la botella y se atormentaron cuando él tuvo que partir otra vez.

El supo que sería difícil estar lejos de ella, y lo fue, por supuesto. Se colmó de monedas para llamarla día tras día y así ella no se olvidara que la mejor parte de él no estaba consigo mismo sino se quedó para mimarla a diario, pero a diario ella iba olvidándose de él. Y él, iluso, se enamoró por segunda vez de la misma mujer que intentaría fuera por segunda vez su mujer. Para llenar su vacío coleccionó sus fotos y la besó a diario, aficionado a su belleza (ella fue guapa cuando quiso), dio gracias a existencias y cantó tras la ventana noche tras noche con los ojos colgados de los postes mirando la pista en el sentimiento nostálgico de saber que ella estaba lejos y él cada día más.
Hubiera dejado de pensar, pero su voz pedía música y se obligó a cantar cada noche por ella, y es que siempre fue imposible arrancar su recuerdo a medianoche, pues todo hombre que mira a altas horas de la noche la pista (cantando) es porque piensa en una mujer.
Y él regresó, como en todo regreso, pensó que todo sería conocido, pero no lo fue. El supo que tendría que porfiar una vez más las dosis de un flirteo poco caritativo y muy daditativo, ella que empañó sus ojos y gritaba que no querría enamorarse de él, le dijo que no a la relación propuesta y él le respondió como él mismo no tenía idea, con amor.
Ella lo besó por afición y él le escribió, en sus estudios, con chocolate un te amo que sería inmortal si no hubiera sido olvidado. Siempre se olvidan los detalles cuando no hubo éxito.
El partiría pronto y ella al día siguiente no se dejó besar. El, lloró ese día porque supo que no sabía qué saber hacer para que sus besos corrieran normalmente por los labios de ella. Ella que quería los besos pero no quería correr, el riesgo a caer siempre hizo que ella mirara al piso y él que ya había caído buscó encontrar en los ojos de ella sus ojos pero ella nunca lo miró como él a ella, él lo supo y no lloró porque él buscó siempre ser feliz con ella, las lágrimas podían aguantarse hasta que desaparecieran, pero eso de aguantar siempre fue una mentira a largo plazo.
El día anterior a la partida ella lo buscó. Creer enamorándose dijo estar, y él estuvo contemplándola, esta historia dolería más porque duraría más, pensó. Contemplativo como sólo él podía estar se dejó ilusionar y ella se dejó traicionar por lo que sentía, su restricción sentimental superlativa había sido vencida y, sin embargo, también sería traicionada por la partida de él, todo se ama más cuando se le va a echar de menos, ella lo sabe.
El partió después de dejar marcas en su cuello y haber partido sus labios, y a ver si es que no fueron felices esas horas! Por lo menos esas…

Pasaron más horas porque el tiempo nunca se detiene. El hubiera preferido la seguridad de haber formalizado con ella y haber fornicado con la felicidad, pero las preferencias de uno no son la de dos, y ella era el par disparejo. Ella creyó estar desenamorándose y él hizo cosas que nunca se sabrán porque nunca fueron relevantes, resaltó su abnegada comunicación todas las madrugadas, no durmió por el temor a tener que despertar y enterarse sin alguna duda que su sueño con ella había sido un sueño nada más.
Pasó cada día esperando a regresar sin contratiempos, con todo resuelto y nada planificado, cumpliría años dentro de poco y lo mejor era que todo corriera sin detenerse porque, de lo contrario, nunca hubiera podido llegar a ese día.

Ella dijo quererlo como amigo y él dijo cuidate, chau, partió a buscar frío y a pensar sin cigarrillos, que hasta ellos lo habían abandonado aquella noche. Decidió que podía luchar por ella, y quién sabe si en contra. Todo había acabado él sabía, nada estaba consumado él decidía. Sin demora planificó su viaje al día siguiente.
Viajó. La abrazó, le dijo que todo valía la pena sin saber por qué, le dijo que la amaba sin saber de amor, y le dijo mil cosas sin saber contar. Interpretó como pudo su mejor papel para dejar en claro que él seguía en camino hacia ella ignorando que nunca hubo un camino. Ella sabía que lo quería y sabía que dudaría pronto. El quizo aprovechar eso, pero para el próximo viaje, un par de palabras más y adiós.

Regresó cuando tenía que.
Un día fue suficiente. Dijo lo que tenía que decir antes que tener que cumplir un año más de vida hiciera tardío el momento. Se apropió con derroche de horarios y se concentró en mover el cielo para que ella entrara en su tierra, y ella entró con mucha decencia y sin licencia para morir.
Se agradeció por ella y por él, se dijeron amores, se retrató el rostro de princesa, y la princesa tuvo que reconocer que él era un jardinero de detalles claveles, significados girasoles y de interpretaciones de higuerillas, un par de rosas en sus labios antes que la besara, voy a seguir intentándolo le dijo, ella lo besó, él se atrevió a pedirle mano y ella le pidió perdón por su beso. Nada más ofensivo que el arrepentimiento de realzar ilusiones.
Borracho de angustia le dijo que no era más de lo que él pudo haberse mostrado, que no cambiaría y que seguiría siendo el mismo por ella, le preguntó si quería ser su enamorada. Ella lo dejó sin una respuesta. Nada menos grato que la incertidumbre.
Ambos tendrían que haber muerto asesinados por imbecilidad, ambos vivieron separados desde aquel día.
El se rendiría al ver la amistad de sus ojos. Ella viviría más de sus antojos.
Ella le dijo no, al fin. El entendió el fin, al fin.
El se victimó a sí mismo más de una vez, pero entendió que ella nunca podría enterarse del mundo que giraría en su interior, ella estaría ensimismada en el mundo que le tocaría vivir, él ensimismado en que ella viviera bien, pero tendría que disimularlo para que ser su amigo no le viniera a mal. Ella quería un amigo, él la quería, ya no importaba cómo.
Resintió un amor que parecía inmenso por buscar quererla como ella quería ser querida, y así fue, sólo como ella dijo que sería.
Entre morir y salir a matar ella prefirió morir, él por supuesto matar muriendo.
Su amor fue agarrado de palizas cada noche para que cada día viviera menos y cada tarde muriera más, todo para ser el amigo que ella quería, porque la amó tanto que sería lo que pudiese ser para que ella fuera feliz, aunque ella no lo fuera.
El, cobarde como se tiene que ser para sobrevivir, se rindió incondicionalmente.
El, valiente como se tiene que ser para vivir por sobre el resto, dijo con verdad lo que todos alguna vez tendríamos que decir: “…aunque sea la última vez que lo escuches de mi boca, te amo, y te digo que será la última porque tendré que dejar de amarte para ser tu amigo y un amigo es lo que tú quieres de mí, y yo solo te quiero, feliz te quiero…”
El partió, y partió el mundo que construyó en mitades para que cada uno (ella y él) tuviera algo de la historia que nunca quisieron correr.
Su despedida nunca lo fue, él se escondería y ella se mostraría, empezaron a rezar y a mirar al cielo buscando la parte que tendría que haber sido para ellos, y es que ese lugar siempre estuvo ahí, pero nunca lo habitaron.
Y él dijo sobre su amor: “…hay cosas que cambian, hay cosas que nunca cambiarán, y hay cosas que nunca hubieran cambiado…”
Y así fue, como ella dijo que sería, pero como no quiso que fuera.

Despecho, por los malos tiempos

*No leer si no se está preparado para las contradicciones*

Hay silencios. La rabia explota en el despecho y se elevan los decibeles hasta que ya no escuchas más.

Cuando los hombres no lloramos frente a ti nos quedamos en la almohada, golpeando al aire y acabando con nuestros sueños sobre un amor erótico, porque eras tan sexy que la líbido onírica cambió sus dimensiones hasta anular su existencia. Cuando nos quedamos sin ti, deseamos tenerte de nuevo. Joven iluso y su amor inconcluso que muta el orgullo para luchar por tus curvas y tu lengua limpiando mi voz.

Hay despecho. La desazón del fin de la pasión. Despecho que nos callamos para que veas que, como hombres, hemos aprendido a afrontar la situación sin derecho a quejarnos. Como yo no sé gritarte porque te amo, aunque amarte duele, te toco y en la fuerza de mis manos expreso la rabia y frustración de saber que esta será, probablemente, la última vez que te puedo demostrar lo que te aprecio. Si piensas que mi mano te toca con fuerza el culo, no te imaginarías la fuerza con que le que te aprecia esta mierda de corazón.

Hay esta mierda de corazón, que se ha gastado la mitad de su experiencia en ti y la otra mitad la ha creado contigo. Contigo, por así decirlo porque nunca estuviste, me enamoré de como vendías tu sonrisa y como mordías mis labios. Nada más provocante que el coqueteo y vaivén de tu baja espalda y de los lunares que coronan tus senos, ay querida mía! no sé si me frustro por todo lo que te quiero o porque quiero dejar de hacerlo.

Hay estas ganas de dejarte de querer. Por tu fama, tu cama y por ser ama de este amor. Por violar todos mis conceptos sobre respeto de pareja y por pendeja que, de por sí, como pareja no me sentías. No sabes lo mala que puedes ser porque, tú que te lo haces, lo haces para sentirte bien y nada que te guste te puede parecer malo.

Hay malas apariencias, como nosotros. En secreto porque si alguien más lo llega a saber, llegará a todos los oídos, incluso a los de tus padres. Las apariencias que metamorfoseas cada semana para que hablen bien de ti y, claro que sí, claro que no hablan de mí porque no me saben parte de tu historia y yo no te sé mas como mujer porque todas se ven más mujer que tú. Pero, ay dios! que ninguna más sexy y es por eso que me importas más, creo.

Hay importacia de más, y por eso te echo de menos. Y menos te quiero, si es que lo hago. Pero te extaño, sin daño eh.

Hay sin daño, y sin razón. La idiosincracia de este despecho es como la de tus besos. La diferencia, mi despecho es muy sincero.

Hay sinceridad. Ya sabes que no miento y, por eso, si te acuso de algo es porque algo habrás hecho con algo, o alguien, y algo tengo que hacer porque este algo que haces, o has hecho, me está afectando algo, pero no te importa, y eso está bien.Hay bien, también hay mal. Yo me identifico con la primera parte, tú quédate con la segunda aunque iracunda te sientas por lo que te corresponda. No te sientas a sentir frustración como yo, que me afecta tu promiscuidad formal. Sin aluciones personales y sin persona dentro de mí.

Hay un mí que ya no es tuyo, ni mío. Hay un mí que no existe porque se quedó contigo y se murió, claro que sí.
Hay un mí que reclama de ti, no sé si porque te quiero o te quiere ver mal, tal vez ya no lo quiere porque mal estás, porque tú sabes que yo era la mejor parte de tu bien. Tú me aceptaste de manera poco ortodoxa y me rechazaste de manera pomposa y qué carajos importa la forma en que lo hiciste, me rechazaste y ya, ahondar en el tema sería para dañarte más, y eso puede esperar hasta mañana.

Hay daño mas, y daño de más, hay más de lo que imaginas en lo que cagaste, digo, negaste. Hay daño cuando la cagaste, para ambos, que significa para los dos que intentamos sufrir de la misma manera aunque, espera, más sufrí yo.

Hay yo, y ay de mí!. Ya no hay nada por decir.
Y hay que decir que ya no te quiero, duh. A lo mejor, te echo de menos.
Y hay que decir que este despecho no es porque tú hayas hecho algo malo, aunque sí, sino por lo que amarte me ha hecho a mí, creo.

*La solucion es el despecho.Y el despecho, el problema.*

Princesa Fútbol Club

En días de fútbol acostumbro a estar tan feliz que a veces me disuelvo en recuerdos sobre ti y aunque es la costumbre ver a mi favorito ganar, mi favorita me hace perder cabeza y me mantiene en la incertidumbre del pensar en que carajos hubiera sido una vida con ella y el por qué de que tus sueños no me dejen dormir.
En días a solas dibujo un sol sobre papel deseando los soles que debería tener, no dibujo corazones porque sé que cada vez que las cosas terminan me toca borrar muchos de ellos, no escribo canciones porque no las oirás y no le pongo puerta a nuestro hogar para hacerte más facil el momento en que huirás. De malentendidos, comprendo; inútil tú me haces feliz unas horas e iluso yo creo que así podré vivir hasta que alguien nos separe y aquello, ya debe habernos separado porque sigo aquí parado sin verte más.
En noches, mientras te pierdo, pierdo el tiempo, mientras te escribo historias intento borrarte de la mía y solito frente a la PC deseo que te pese el que no estemos juntos como me pesa a mí, y cuando sea así, rezaré que nada te pese para que no te arrepientas como yo de haber tomado un camino cuando nos era más conveniente quedarnos parados hasta que llegue un porvenir mejor. Si te extraño, pues qué bien que no te haya olvidado y si te olvido qué bien que ya no me haces mal y si mal me haces, mejor, porque solo le permitiría eso a mi bien preciado que eres tú preciosa. Si vienes es porque te estoy esperando lleno de insomnio y todo brazos abiertos para darte abrazos cerrados y abrir tu corazón para entrar ahí o quién sabe si abrirlo para salir.
En días como hoy, que son días de futbol (mi primer amor), acostumbro estar tan feliz que me acuerdo de ti, porque soy un aficionado a tu cuerpo y aliento al aliento que ya no sueltas por entre mis labios, fanático de tus ojos e hincha de tu corazón, porque te quiero completa es que eres mi equipo favorito una vez más, mi Princesa FC.

No es lo que parece V (y último)

Hay cosas que queman, y a veces dentro del estómago.
Digamos que algo más fuerte que querer quema, se enciende y a veces cenizas deja, estas cenizas vuelan desde mi vientre y llegan a tus fosas, si todo esto se cumple asumo que dentro de ti tienes vestigio de lo que fue algo más fuerte que mi querer.
Ya sabes lo que dicen, donde hubo fuego cenizas quedan. Ya sabes lo que digo, donde cenizas quedan cenizas vuelan tan pronto que no quedará rastro que hubo fuego.

De partidas, distancias y esperanzas - 3

Como si ya no me fueras a acompañar nunca más, le busco compás a mis pasos así distraer lo de mi alma que te busca a ti. Como si ya no me fueras a acompañar porque tú sabes que te quedas y yo sé que aquí no me queda lugar porque no estoy decidido a compartir tu flirteo con muchos don nadies que no te conocerán del todo. Si ellos me reemplazan, go, y si tú me olvidas, go away.
A mí me gustan las despedidas y no me gusta alejarme de ti, que si bien el conflicto ya se ha dado y a tu castigo he sido sometido, que mi adiós es una palabra que no vale nada se quema entre cenizas mezcladas con polvo que se levantan y se prenden del vestido pegado a tus piernas que es donde quisiera quedarme por siempre, porque te he seguido como a mi nuevo país como en un mapa buscando algún tesoro que a veces está en tus labios y a veces en tu espalda, de vez en cuando en tus pechos y más adentro en tu corazón; porque te he seguido desde que conozco tu voz y hasta donde se han gastado mis plantas, sangre en el camino y la piel de mis labios en tu cuello para ser tu todo porque en tu vida está lo que me salvaba como una fuente que me refrezca y un fuerte que me refugia. Que a mí me gustan las despedidas y ha sido mi adiós la frase en la que me ahogo, esa palabra no dice nada pero acabó con todo.
Por la misma razón que te he seguido tanto tiempo es por la que me voy, no me puedo detener querida. Por el mismo camino que he pisado tus huellas y recogido los cabellos que el viento te arrancaba tomaré rumbo para amarte de manera decreciente mientras te veo a lo lejos y tú ves que el ocaso le da el paisaje perfecto a mi escape. Por la razón que se me ha perdido y la corazonada de que te llega alguien mejor que yo, huyo con la certeza de que hago lo mejor y es que de eso se trata, me enamoro y te deseo lo mejor, eso es lo bueno, lo malo es que me iré solo y con la frustración a cuestas, podría ser peor.
Te esperé un año para que el sol caminara lo que tu no supiste andar y por la misma razón que el sol da vuelta a la tierra es por la que me doy vuelta y adiós.
Como si ya no te fuera a recordar escribo tu nombre por las noches, impregno mi aliento a las ventanas y voy recorriendo cada letra como otrora hice con cada centímetro de tu rostro, y todo te pertenece: mi ventana porque me dejas ver lo que hay fuera de mí, mi aliento porque es tuyo cada uno que doy para seguir y tu nombre que tú lo has hecho más importante que cualquiera y ojalá fuera tan fácil escribirlo, y ojalá lo escribieras conmigo. Como si ya no te fuera a querer escribo que te quiero como mierda en hojas que siempre tengo que botar para que mi orgullo propio no intervenga en este juego que mantengo sin ti.
Como si ya no regresara más te he dejado todo lo que tengo, mis bienes ya no valen si no vienes hoy que es viernes u otro día que comience un fin de semana. Que no tengo tanto más que lo que has visto y nada nuevo que no te haya contado, que mi vida se basó en lo que fueras para mí y ahora afuera te has quedado, que si vas a venir a buscarme te voy a esperar y que si vas a quererme yo voy a volver.
Que no estoy del todo decidido, que en mitad del camino me he detenido porque no sé si es mejor dejarte para siempre o tener siempre la oportunidad de volverte a ver, como voy en reversa como quien no ha versado que quedarse callado es mejor que decirte mi verbo muerto que se ha vuelto ese su adjetivo porque una suerte de muerte nos rodea. Que no estamos del todo perdidos, conmovedores cuando estamos solos y enigmáticos cuando estamos cerca, que me importas más de lo que me he dado cuenta y que cuando me haya ido todos te contarán que aún te espero sin esperanza porque no es la esperanza lo último que se pierde, sino la capacidad para recuperarla y aunque no sé como recuperarte, eso hace más fácil dejarte, pero no del todo.

Sobre los sueños en lo bajo del secreto abismo de la alucinación

Tal vez la ficción no sepa nada sobre nuestra fusión o tal vez sepa más de la cuenta, de lo que yo sé, surgió una fricción que nos hizo repulsivos entre nosotros, cada uno riendo lejos del otro pero dedicándole cinco minutos cada día para intentar saber qué pasó y para intentar predecir lo que no pasará. Cielo y tierra pasarán, los años, los baños y los tantos mimos obsoletos ya obsequiados casi olvidados, los paseos por el arco iris y un poquito mas allá, las lágrimas que enjugamos y las frases que no decimos más.
Tal vez lo nuestro fue una ficción que es una fracción de tiempo de lo que a la par será un pequeño, bonito y osado momento de lo que nos queda en la memoria y que no saldrá de ahí ni para realidad ni para olvido.
Tal vez la ficción, que es mis cuatro horas de sueño, me amargan al despertar porque cuando te levantes no pensarás en que empiezas un día sin mí, mientras que yo me resigno a saber que no solo empieza sino que también terminará, ya sabes, sin ti. Tu vas a querer saber de lo que mi ficción se alegra, de las novedades que se regocija, querrás saber si en esa fantasía aún estoy enamorado, si aún tengo a mí un beso tuyo prendido y si aún tienes tú a un lado de tu nombre mi apellido, porque yo sé que desearás que todos los sueños no lo sean más, pero la realidad no entrará en conflicto con otras dimensiones cuando no sean grandes las dimensiones de mi amor, algo que se acorta por tu culpa e ignorancia, que nació de tu sensualidad y lo bello de tu arrogancia, y los residuos de lo que dejaba en mis poros tu fragancia, ese amor que no habita en ningún lado, que te reconoce querida y querrá que siempre seas la querida mía, y mientras más mía más me gustará este sueño.
Tal vez la ficción se haya dado cuenta que aún es mejor que seas una almohada a que uno de estos días no seas nada, ni un motivo para ser mi futura nostalgia, ni cariño, ni cariño ni magia, ni el empujón que me hizo irme ni el masoquismo por el que me quedo.
Tal vez la ficción es un perdón a medias mientras recorro tu rastro sin zapatos, no sé quién debería arrepentirse y quién ha perdido más es lo de menos, si te vuelvo a ver de verdad lo dicho sobre la memoria acerca de que he olvidado será calumnia y yo seré un amante callado resignado a esperar a que este sueño además de canción se vuelva un latido debajo de tu pulmón, derecho desde el punto de vista del que te veo los pechos, lo sé lo sabes son bellos bellos.
Tal vez la ficción sea una hipótesis de lo que a futuro será un espacio vacío en una sección de los primeros amores, hipótesis donde no sabes si es mejor darlo todo que peor es nada, tal vez esa ficción sea un papel gigantezco en el cual escribo con los que nos reconocemos tus ex el libro de tu pasión, una plegaria para tu sensibilidad escrita en una sola línea y derivada a poesía para una reconciliación en potencia. Si en ESA ficción vuelves conmigo, avísame que mientras no seas real prefiero quedarme un rato más dormido a darme una ilusión y luego quedarme, ya sabes ni conmigo ni contigo.